Este volumen refleja una apertura aún mayor hacia cuestiones sociales, especialmente en lo relativo a la desigualdad, la educación y la justicia espiritual. Kardec comienza a hablar con más claridad del papel del espiritismo en la regeneración de la humanidad, no sólo como consuelo individual, sino como propuesta colectiva.
Las comunicaciones de los espíritus muestran una preocupación creciente por los conflictos de la época, desde guerras hasta problemas de pobreza. La Revue Spirite se va consolidando como un órgano doctrinal esencial, que permite seguir la evolución del pensamiento de Kardec y del espiritismo como filosofía moral en desarrollo.