Esta obra es una meditación extensa sobre la naturaleza del alma como principio activo en todos los niveles de la experiencia humana. Alice Bailey expone que el alma no es una entidad separada, sino el mediador entre el espíritu y la forma, una energía que confiere propósito, cualidad y dirección a la existencia. La vida, desde esta perspectiva, no puede ser comprendida sin el reconocimiento del alma como su raíz subyacente.
El texto se adentra en el desarrollo de la conciencia, el papel del alma en el proceso evolutivo, y la manera en que sus cualidades se expresan en la vida individual y colectiva. A través de un lenguaje directo y profundo, Bailey señala que el reconocimiento consciente del alma en la vida cotidiana es la clave para superar la fragmentación del yo y acceder a un modo de vida más íntegro y alineado con los propósitos superiores.