Esta obra fundamental del pensamiento tradicional expone la distinción y los conflictos entre el dominio espiritual y el poder político. Según el autor, la autoridad espiritual debe estar por encima del poder temporal, pues solo ella posee una legitimidad trascendente.
El texto denuncia las desviaciones modernas donde lo político pretende sustituir lo sagrado, llevando a la disolución del orden verdadero. A través de ejemplos históricos y doctrinales, se plantea la restauración de un equilibrio perdido, en el que el poder actúe en subordinación a la sabiduría espiritual y no al revés.