Este escrito es una reivindicación de la figura de Helena Petrovna Blavatsky y su conexión con los Maestros de Sabiduría, seres avanzados que, según la tradición teosófica, velan por la evolución espiritual de la humanidad. Annie Besant defiende la autenticidad de las enseñanzas transmitidas por Blavatsky, señalando que su misión fue la de abrir las puertas del esoterismo oriental al mundo occidental.
Besant describe la relación de Blavatsky con los Mahatmas como una alianza sagrada entre una discípula fervorosa y guías espirituales de altísimo nivel. A través de cartas, visiones e instrucciones, estos Maestros transmitieron una parte del conocimiento oculto que la humanidad estaba preparada para recibir. El texto se convierte en un homenaje a la misión oculta detrás de la fundación de la Sociedad Teosófica.