En esta obra, Alice Bailey desarrolla una visión esotérica de la estructura atómica como reflejo de la conciencia universal. Describe cómo cada partícula, átomo y célula está animada por inteligencias sutiles —devas y constructores energéticos— que participan en el sostenimiento de la materia, la vida y los procesos evolutivos. Esta teoría esotérica complementa la física moderna con dimensiones espirituales y vibracionales.
Bailey propone que la materia no es algo separado de lo espiritual, sino un cuerpo de conciencia en evolución. El estudiante que percibe este hecho alcanza una comprensión profunda del principio hermético “como es arriba, es abajo”. En su visión, el átomo contiene arquitectura espiritual, y conocerlo es acceder al conocimiento del macrocosmos.