Este libro propone un modelo educativo radicalmente distinto, orientado no sólo al desarrollo mental y físico, sino a la formación del ser espiritual. Alice Bailey aboga por una pedagogía basada en la comprensión de los rayos del alma del estudiante, el descubrimiento de su vocación y la integración de valores como el servicio, el discernimiento y la meditación. Se rechazan los métodos autoritarios o mecanicistas en favor de una enseñanza basada en el amor, el propósito y el estímulo de la sensibilidad espiritual.
El texto también examina los roles que deben asumir los educadores como guías de la conciencia en lugar de transmisores de información. Plantea que la educación debe ser un puente entre la psicología moderna, la filosofía espiritual y la práctica meditativa. En consecuencia, la institución escolar puede convertirse en semillero de ciudadanos conscientes, capaces de colaborar creativamente con la evolución de la humanidad.