En este texto, Alice Bailey se adentra en el simbolismo masónico desde una perspectiva esotérica profundamente transformadora. Sostiene que los rituales, grados y símbolos de la masonería no solo poseen un valor histórico o social, sino que representan fases precisas en la evolución del alma. La iniciación masónica se convierte, bajo su análisis, en un reflejo ceremonial de la evolución interior del discípulo que camina hacia la integración con la voluntad divina.
Bailey propone que, correctamente comprendida, la masonería puede actuar como un sistema de entrenamiento oculto en la senda espiritual. En sus reflexiones, traza analogías entre los templos antiguos, los centros energéticos del cuerpo humano y la arquitectura del alma en proceso de iluminación. La obra busca recuperar el sentido original de la fraternidad y alinear sus propósitos con la enseñanza de los Maestros.